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miércoles, 4 de mayo de 2011

Calladita te ves mas Bonita? Va hacer QUE NO

Qué sucede si el trabajo del evangelio es impedido porque no se les permite a las mujeres contestar al llamado del Espíritu Santo a un ministerio en particular, no contrista esto al Espíritu Santo?

¿No es esto pecado? Gálatas 3:28 dice: “No hay judío ni griego: no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”, este versículo define raza, cultura y género como iguales en Cristo para promover la santidad en su pueblo.En la iglesia primitiva, el ministerio incluía a todo el mundo. Todos eran dirigidos equitativamente por el Espíritu Santo para la edificación de todo el cuerpo. No habían ministros profesionales llamados al ministerio. No habían títulos tales como “Pastor “y no había separación entre el podio y los bancos. De hecho no habían podios ni bancos, solo iglesias en hogares donde la gente se reunía para cantar, orar, profetizar, enseñar, amar y apoyarse el uno al otro. A principios del tercer siglo, el Emperador Constantino institucionalizó la iglesia, haciendo del Cristianismo la religión estatal de Roma. Para esa época, la cultura en Roma y las tradiciones de liderazgo varonil estaban establecidas dentro y fuera del hogar. Por siglos después de Constantino no había liderazgo ministerial disponible equitativamente para los hombres y mujeres. En la iglesia Católica Romana las mujeres que sentían un llamado a la vida religiosa podían entrar al convento y convertirse en monjas, pero tenían que recibir los sacramentos de padres (hombres) que la iglesia creía podían modelar.
La igualdad entre los hombres y mujeres a través de la cruz para salvación y vida eterna le dice al creyente que Dios no hace excepción de personas, por ende género. Aunque es claro por medio de las escrituras que la mujer es igual al hombre para poder predicar y enseñar el evangelio, hay algunos que no creen esta verdad. Esto lo se por experiencia propia...
En muchas ocasiones ha surgido la pregunta del rol de la mujer en el matrimonio y en el liderazgo de la iglesia.

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